ORÍGENES
La ganadería que da lugar a esta línea fue creada en 1908 por
Bernabé Coba-leda, suegro del creador del encaste, con reses de Casta Navarra
procedentes de Carriquiri. Dichos ejemplares fueron eliminados y sustituidos en
1925 por un lote de treinta y cinco novillas y un semental del hierro del Conde
de la Corte. El macho adquirido iba marcado con el número 61 y se llamaba
"Treinta". Un año después, el señor Cobaleda adquirió al Conde de la Corte otras
veintiocho becerras, constituyendo así la nueva ganadería.
En 1929 la mitad de la ganadería, integrada por unas ciento
veinticinco cabezas, pasó por herencia a Natividad Cobaleda, esposa de Atanasio
Fernández, quien desde entonces se hizo cargo de su dirección adquiriendo otras
cuarenta y una hembras al Conde de la Corte y un semental del mismo hierro,
llamado "Carabella" y marcado con el número 8. Dicho reproductor dio excelentes
resultados y marcó la línea de lo que en el futuro habría de ser la
ganadería.
Las directrices selectivas aplicadas por Atanasio Fernández
durante los más de sesenta años que estuvo al frente de la ganadería estuvieron
siempre encaminadas a la consecución de un tipo de ejemplar que en lo
morfológico resultase más armónico y menos exagerado de trapío que los del Conde
de la Corte. De igual manera siempre buscó un tipo de toro en el que imperaran
la nobleza y la suavidad sobre la bravura y la casta, para que resultase más un
colaborador que un enemigo para los toreros.
Los toros de Atanasio Fernández se han mantenido entre los
predilectos de los toreros desde los años cuarenta hasta finales de la década de
los setenta. Durante este periodo el ganadero ha venido efectuando numerosas
ventas de reproductores para constituir otras vacadas, algunas de las cuales han
llegado a aventajar en resultados a la ganadería matriz a lo largo de estos
últimos años.
Posteriormente los herederos de Atanasio Fernández han seguido
manteniendo la misma política de vender muchos lotes de vacas y sus
correspondientes sementales, de forma que este encaste es uno de los que se
encuentran más difundidos en la cabaña brava actual. A ello ha contribuido en
gran medida la predilección mostrada por los toreros hacia los toros de este
encaste, tan sólo superada en la actualidad por la que le profesan al encaste de
Domecq.
EL PROTOTIPO DEL ENCASTE DE ATANASIO
FERNÁNDEZ
Los ejemplares derivados de esta línea ganadera se encuentran
entre los prototipos de mayor tamaño que existen en la raza de lidia, aún sin
llegar a ser Iongilíneos. Son por tanto altos de agujas, bastos de lámina y con
gran desarrollo del tercio anterior. Su morfología ofrece con frecuencia un
aspecto más bien destartalado abundando los tipos aleonados, ensillados y con
frecuentes defectos de aplomos.
Predominan en esta línea ganadera los perfiles rectos y
subcóncavos, aunque de forma minoritaria pueden aparecer algunos animales
acarnerados. Por lo general son animales a los que les cuesta trabajo
redondearse y aunque alcanzan pesos elevados para la media de la raza, esto se
debe más a su tamaño y al desarrollo de su esqueleto que a la existencia de una
buena conformación morfológica especialmente en lo que se refiere al tercio
posterior.
La cabeza es considerablemente voluminosa . Tiene forma de trapecio invertido
(la más común en la raza de lidia) y se corresponde con la frente ancha de
sienes y el morro igualmente amplío. Generalmente presentan las caras foscas.
Los ojos son grandes y la mirada carece de la agresividad que resulta fácil de
apreciar en los vacunos de otros encastes.
Los cuernos constituyen el mejor punto de la morfología de los
vacunos de este encaste. Suelen ser de color blanco en la mazorca y alcanzan un
considerable grado de desarrollo, abundando los ejemplares cornalones. De igual
forma suelen ser muy astifinos de pitones. Las encornaduras se dirigen por lo
común hacia arriba, con abundancia de toros corniveletos y siendo también muy
frecuentes los acapachados. Todas estas características contribuyen de forma
positiva a dotarles de un trapío adecuado para su lidia en las plazas de mayor
categoría.
El cuello suele ser largo y el morrillo poco prominente,
mientras que la papada alcanza un considerable desarrollo (badanudos)
contribuyendo a embastecer el conjunto del animal.
La línea dorso-lumbar suele presentarse un poco ensillada y el
tronco es amplío y más desarrollado que la grupa. El pecho es ancho y la línea
ventral aparece ligeramente prominente, destacando el prepucio,
considerablemente más abultado de lo común en la raza de lidia.
Las extremidades son anchas y presentan frecuentes defectos de
aplomos, abundando los animales plantados de atrás y de delante y los
zanquilargos. Las pezuñas son igualmente bastas y gruesas, acordes con el
conjunto del animal. La cola es larga y gruesa, con borlón abundante.
Los pelajes más abundantes son los negros, dándose unos pocos
cárdenos, colorados y castaños. Los accidentales más característicos en las
pintas de los vacunos de este encaste son el salpicado y el burraco. También se
dan ejemplares girones, gargantillos, coliblancos, llorones o zarcos y
carboneros, sin olvidar los más comunes como son el bragado y el meano.
Característicamente los ejemplares de pinta colorada suelen presentar una
tonalidad de pelaje muy clara, mientras que los cárdenos de este encaste van
casi siempre acompañados por el accidental carbonero, presentando así una
pigmentación típica que les hace diferentes a los vacunos de este pelaje
pertenecientes a otras líneas ganaderas.
Dentro del encaste de Atanasio Fernández existe una línea muy
destacada, la de Lisardo Sánchez, cuyos ejemplares evidencian algunas
variaciones en su morfología, debidas posiblemente a la práctica de algún cruce
con reproductores derivados de Murube, ya que este ganadero aunaba ambas
procedencias en su vacada.
Los toros de la línea Lisardo Sánchez tienen menor alzada, pero
son aún más gruesos de extremidades que los típicos de Atanasio Fernández. Son
muy badanudos y de perfil convexo con mayor frecuencia. De la misma forma suelen
ser más cornalones y abundan los animales acapachados. Suelen ser muy foscos, no
sólo en la frente y la cara (carifoscos), sino que los rizos se extienden por el
morrillo y las tablas del cuello llegando en ocasiones hasta las paletillas
(astracana dos). Sus pintas son predominantemente negras, con accidentales muy
típicos como el salpicado y el burraco. Los colorados y castaños son mucho más
minoritarios.
LAS VACAS DEL ENCASTE ATANASIO
FERNÁNDEZ
Las hembras derivadas del encaste de Atanasio Fernández figuran
entre las de mayor talla de cuantas existen en la raza de lidia, siendo
comparables por sus proporciones corporales incluso con las de Miura, de forma
que suelen alcanzar la condición de longilíneas.
Efectivamente se trata de vacas considerablemente altas y muy
largas, en las que abundan los perfiles rectos y subcóncavos y que no disponen
por lo general de una buena conformación desde el punto de vista cárnico por
presentar menor desarrollo de la grupa, que suele ser bastante angulosa. En
conjunto figuran entre los prototipos más bastos de lámina que existen en la
raza de lidia.
Su cabeza es alargada y presenta una encornadura muy fina en la
base y en todo su trayecto hasta acabar en pitones igualmente finos y con mucha
proporción de macizo. Generalmente las astas son de coloración blanca en la
mazorca y la pala y se dirigen hacia arriba, o primero hacia fuera y luego hacia
arriba, aunque también abundan las acapachadas. Los ojos son grandes y de mirada
tranquila, mientras que las orejas suelen ser apreciablemente grandes.
El cuello es largo y la caja torácica amplía en su desarrollo,
tanto longitudinal como transversal. La línea dorso-lumbar aparece más o menos
ensillada por lo general, mientras que el vientre suele ser un poco prominente.
Las extremidades son largas, fuertes y un poco anchas, aunque mejor aplomadas
que las de los machos. Las ubres alcanzan mayor desarrollo de lo que suele ser
habitual en la raza y la cola es gruesa, larga y con el borlón bastante
abundante.
EL COMPORTAMIENTO DEL ENCASTE DE ATANASIO
FERNÁNDEZ
Los toros procedentes de este encaste suelen ser un poco más
tranquilos de lo que es habitual en este tipo de reses. Por lo general su manejo
no resulta excesivamente complicado, salvo en momentos concretos.
En cuanto a sus condiciones para la lidia constituyen un tipo
de toro colaborador para el torero, cuyas principales virtudes afloran durante
el último tercio de la lidia. Como la mayoría de los ejemplares derivados de la
línea Ibarra-Parladé suelen ser fríos de salida y van mejorando paulatinamente a
lo largo de ésta.
Por lo general predominan los que suelen mansear en el tercio
de varas, aunque también hay algunos que se emplean en la pelea con bravura.
Empiezan a desarrollar sus buenas condiciones en el tercio de banderillas y
mejoran cosiderablemente en la muleta, donde tienen calidad en su embestida,
exhiben Un tranco muy templado y constante, humillan, duran mucho y se
desplazan con mucha nobleza contribuyendo al éxito de los toreros, pese a su
habitual falta de fuerza.
Con todo su principal inconveniente deriva de una
selección practicada durante décadas buscando la colaboración del toro con el
diestro por encima de todo y pasando por alto muchas veces la falta de un fondo
de bravura. Con el paso del tiempo esto se ha traducido en un evidente poso de
mansedumbre, que puede llegar a ser espectacular en algunos casos de ejemplares
que no quieren ni ver el caballo del picador e incluso llegar a la faena de
muleta huyendo de todo lo que se les pone por delante, con el evidente
deslucimiento del espectáculo que esto entraña. Sin llegar a casos tan extremos,
sí resulta frecuente que algunos toros se desengañen por completo, rehuyan la
pelea y busquen el abrigo de las tablas, aunque sin perder su habitual nobleza
en los escasos muletazos que soportan.
El problema para muchas ganaderías de este origen que han
llegado a situaciones semejantes estriba en la difícil vuelta atrás para
recuperar la bravura, ya que con frecuencia invertir el proceso de selección
habitual degenera en la aparición de genio y mal estilo perdiéndose la nobleza y
cayendo en una situación peor que la de partida.
Aunque actualmente la mansedumbre es un problema latente en la
ganadería matriz de este encaste y en algunas de sus derivadas, que no
atraviesan un buen momento, la verdad es que otras sí están situadas en primera
línea, fundamentalmente las derivadas de la línea de Lisardo Sánchez (Puerto de
San Lorenzo y Valdefresno, sobre todo). En estas vacadas los niveles de bravura
y calidad son más altos y tan sólo resulta preocupante la falta de fuerza de sus
toros, un problema que se mantiene sin soluciones efectivas desde hace muchos
años.
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