ORIGENES
El creador de este encaste minoritario actualmete en la Cabaña
Brava española fué Juan Contreras Murillo, quien en 1907 adquirió un lote de
noventa reproductoras y tres sementales ("Ratón", "Aceituno" y "Manchonero") de
la ganadería de Tomasa Escribano, viuda de Joaquín Murube.
En su origen las reses adquiridas por Contreras formaban parte
de un desecho de la ganadería de Murube, pero la habilidad con que fueron
seleccionadas por su nuevo propietario contribuyó muy pronto a crear un nuevo
tipo de toro con unas características particulares tanto en lo morfológico, como
en su comportamiento durante la lidia.
La nobleza de los toros de Contreras se hizo pronto famosa y
estos ejemplares figuraron muy pronto entre los favoritos de los toreros. Al morir Contreras la ganadería paso a manos de sus sobrinos Sánchez Terrones y
Sánchez Rico este vendió a Juan Antonio Álvarez de Trujillo y este más
tarde a Manolo González y a los Peralta.En cuya casa las reses sufrieron
una enfermedad teniendo que ser sacrificadas en su totalidad.
Posteriormente cuando en D, Juan Contreras, vendió la ganadería a la familia
Sánchez Rico y Sánchez de Terrones, los nuevos propietarios continuaron el mismo
tipo de selección y contribuyeron a aumentar su fama y a difundir el encaste en
otras ganaderías. Entre estas destaca la creada por Manuel González Martín, de
la cual derivan la mayoría de los escasos núcleos de Contreras que se conservan
en la actualidad.
Así el toro de Contreras estuvo de moda entre los años veinte y
finales de la década de los sesenta, en que lo recortado de su tipo morfológico,
su escaso desarrollo de cornamenta y la justeza de su trapío empezaron a crear
problemas en las plazas principales a los ganaderos que criaban reses de esta
procedencia.
Actualmente se ha convertido en un encaste minoritario dentro
de la cabaña brava española y, aunque sigue estando bien considerado por los
profesionales del toreo y los aficionados ha perdido buena parte de su presencia
en los ruedos, desplazado por otros encastes más comerciales y cuyos ejemplares
suelen ser de mayor tamaño, lo cual les ayuda a pasar los reconocimientos
veterinarios en las plazas de mayor exigencia.
No obstante, la importancia del encaste de Contreras sigue
manteniéndose tanto por las ganaderías que derivan en pureza de este origen,
como por la relevancia que han adquirido otras que han sido creadas a base de
cruces utilizando como línea materna las vacas de Contreras.
Entre estas destaca sobre todas la divisa de Baltasar Ibán, que
mantuvo el origen Contreras durante varias décadas y que a la vista de los
problemas que tenía para lidiar en plazas de primera categoría decidió efectuar
un cruce con sementales oriundos de Domecq en los años setenta.
Este cruce supuso un éxito muy importante para la ganadería
que, desde entonces, se ha mantenido siempre en primera línea y cuenta entre las
predilectas de los aficionados por su nivel de casta y por la emoción que
transmiten sus toros. Por eso, un buen número de ganaderos ha adquirido
reproductores del hierro de Baltasar Ibán, que han servido para crear nuevas
ganaderías o mejorar otras, difundiéndose de forma considerable en los últimos
tiempos.
A pesar de ello, la ganadería de Baltasar Ibán no puede
considerarse como un encaste en sí misma, fundamentalmente porque el cruce
efectuado en su día no ha quedado fijado en un prototipo morfológico
característico, sino que ha sufrido considerables variaciones con el paso de los
años. Así durante los primeros años del cruce, los ejemplares del hierro de Ibán
exhibieron una morfología considerablemente alejada del prototipo de Contreras y
muy afín al de Domecq. Más tarde se creó un tipo intermedio y en los últimos
tiempos la evolución se ha dirigido nuevamente hacia el encaste de Contreras,
evidenciando que el cruce no ha quedado bien fijado.
Además las diferentes ganaderías creadas con reproductores del
hierro de Baltasar Ibán presentan prototipos diferentes unas de otras, en
función del imperante en la vacada matriz en el momento en el que fueron
adquiridos dichos reproductores, dándose la circunstancia de que al día de hoy,
los toros de muchas de esas ganaderías, no se parecen absolutamente nada a los
de la divisa de Ibán, ni en su morfología, ni tampoco en el comportamiento que
desarrollan durante la lidia.
Así las cosas el hierro de los herederos de Baltasar Ibán debe
considerarse simplemente como una ganadería peculiar, poseedora de grandes
virtudes, muy encastada, que produce muchos ejemplares bravos y que cuenta con
el respeto de los aficionados más selectos.
EL PROTOTIPO DEL ENCASTE DE CONTRERAS
Aunque el encaste de Contreras deriva directamente del de
Murube, presenta notables diferencias en la tipología de los ejemplares. En
primer lugar, la capa negra prácticamente exclusiva en Murube, deja de serlo en
Contreras donde se dan además y frecuentemente pelajes colorados, castaños y
tostados, a los que acompañan los accidentales más comunes, bragado, meano y
listón, siendo muy característico el salpicado.
También son comunes el bociblanco, el bocidorado, el ojinegro,
el ojo de perdiz, el carinegro, el chorreado, el lombardo, el albardado y el
aldinegro, así como el calcetero, el girón y el coliblanco.
El perfil de las reses oriundas de Contreras es variable, con
presencia de ejemplares rectos y subcóncavos. Su tamaño es predominantemente
brevilíneo y sus pesos característicos se sitúan por debajo de la media de la
raza (elipométricos). En conjunto se trata de ejemplares recortados de lámina,
bajos de agujas y cerca de tierra.
Su cabeza es chata, con la característica forma de trapecio
invertido y más bien estrecha de sienes. Los ojos son grandes y vivaces y el
hocico ancho. Por lo común presentan abundancia de rizos en la frente y en la
cara (carifoscos) y tienen el punto más débil de su constitución en las
encornaduras, que son por lo general de desarrollo pobre. Así predominan los
ejemplares cornicortos, que suelen ser cornidelanteros, corniapretados o un poco
corniveletos.
El cuello tiene una longitud media y el morrillo aparece bien
desarrollado, mientras que la papada alcanza un grado de desarrollo
discreto.
El tronco es más bien corto, con la línea dorso-lumbar un poco
ensillada. El pecho no es muy ancho y la grupa aparece redondeada. Las
extremidades son finas y más bien cortas, y la cola tampoco suele ser muy
larga.
LAS VACAS DEL ENCASTE DE CONTRERAS
Las hembras derivadas de Contreras son igualmente recortadas de
lámina, bajas de agujas y finas, correspondiéndose con el prototipo
característico del encaste, descrito para el caso de los machos. Su cabeza es
alargada, estrecha de sienes y presenta predominancia de perfiles subcóncavos,
aunque también aparecen algunos rectos. Los ojos son grandes y muy
expresivos.
El cuello es fino y la papada no resulta muy manifiesta. La
línea dorso-lumbar suele aparecer más arqueada que en el caso de los machos y la
ventral se presenta un poco abultada. Son más bien estrechas de pecho y un poco
angulosas de grupa, presentando ubres de tamaño discreto.
Las extremidades son finas y proporcionalmente más largas que
las de los machos, mientras que la cola tiene un grosor medio y es bastante
larga y poblada.
En conjunto resultan bastante armónicas y bonitas,
especialmente las que lucen los pelajes más vistosos que se dan en este encaste,
el colorado, el chorreado y el salpicado.
EL COMPORTAMIENTO DEL ENCASTE DE CONTRERAS
Durante sus mejores años, los toros de Contreras destacaron
siempre en los ruedos por su nobleza y por sus buenas cualidades durante el
último tramo de la lidia. Así casi nunca se empleaban demasiado en el
tercio de varas e incluso manseaban de forma manifiesta. Pero conservaban todas
sus mejores virtudes para las faenas de muleta en las que aportaban una gran
dosis de calidad, pero no exenta de picante.
De esta forma se trataba de ejemplares a los que era necesario
dominar antes de buscar el lucimiento, porque tenían una clara tendencia a
venirse arriba en la faena de muleta.
Durante muchos años, los toros de Contreras estuvieron entre
los favoritos de los toreros más destacados y sus características de
comportamiento fueron muy valoradas en los ruedos hasta comienzos de los años
setenta. A partir de entonces se han visto paulatinamente apartados de las
plazas de mayor categoría por problemas de tamaño, peso y trapío, pero también
porque, dentro de los encastes comerciales, los toreros se han decantado por
otro tipo de toro que les resulta más cómodo y al que no es necesario someter al
principio de la faena, porque exhibe un menor nivel de casta.
A pesar de estas circunstancias, las ganaderías derivadas de
Contreras que aún se conservan tienen un buen grado de aceptación entre los
profesionales del toreo. No son el tipo de toro que piden en primera instancia,
pero la mayoría tampoco los rechaza en plazas menores, donde se pueden lidiar
los ejemplares en tipo.
Mención aparte merece la ganadería de Baltasar Ibán, que tiene
un bien ganado prestigio en plazas españolas y francesas y que mantiene un buen
nivel de demanda para sus producto. En este caso la cortedad de talla de sus
ejemplares es algunas veces el principal escollo para poder comparecer en los
cosos más exigentes.